ODEM: el observatorio colombiano de baile que se resiste a caer



Reggaetón, electro, cerveza y tacos: así era una noche en uno de los espacios más increíbles de Bogotá.
escrito por Cristian Herrera



Cuando visitas por primera vez Bogotá, lo más probable que te pase es que te mencionen algo relacionado a la altura, te pregunten cuándo quisieras visitar Monserrate, o te inviten de entrada a un tradicional plato de ajiaco santafereño.

Una vez que tu cuerpo asimile los aproximadamente 2.630 metros sobre el nivel del mar que tiene la ciudad, y además hayas logrado tachar de tu lista de deseos todos los destinos turísticos que te recomendaron tus amigos mochileros, la única deuda pendiente que te queda con la capital colombiana tranquilamente se puede resumir a una simple palabra compuesta por dos sílabas: fiesta.

Por más que Bogotá no traiga a sus espaldas una amplia vitrina musical como la que siempre han cargado ciudades como Cali con su salsa, Barranquilla con su vallenato, o Medellín y su reinvención del reggaetón, la capital ha logrado conjugar e incorporar un sinfín de géneros a su vida nocturna. Esto, sumado a la gran cantidad de clubes, discotecas y lugares en general para disfrutar de la llamada “rumba” o “farra”, la convierten en una de las ciudades con mejor y más amplia oferta musical a lo largo de América Latina.



A mediados de julio de 2019, un nuevo lugar llegó para potenciar esta experiencia de fiesta bogotana. ODEM, cuyas siglas significan Observatorio Distrital del Exilio Musical, trajo consigo una nueva propuesta de espacio que, hasta la fecha, era totalmente ajena a las demás opciones que ofrecía el mercado de clubes y bares de la ciudad.

Ubicado en toda una esquina de la emblemática Plaza de Lourdes, un pequeño parque en el corazón de la localidad de Chapinero, donde se erige como atalaya la basílica construida en el año 1875, ODEM se compone de dos amplios ambientes, cada uno con sus propias corrientes sónicas. Como suele pasar en la zona, distinguir la entrada correcta al lugar siempre implica detenerse un par de segundos para observar, para tratar de escuchar ese siempre caluroso golpe del bajo. Allí, en medio de un asadero de pollos y una típica cafetería capitalina, las luces neón que revisten un par de cubetas gigantes repletas de agua se alcanzan a asomar a través de una pequeña puerta enrejada.


En el primer piso, también conocido como ‘Bailadero’, el reggaetón es la ley y el orden. Desde los clásicos de Daddy Yankee, Ivy Queen y Tego Calderón, hasta las nuevas expresiones del neoperreo y el dembow futurista, no existía un fin de semana en ODEM sin que esta pista de baile no estuviera a tope sudando y bailando gracias a las selecciones que impartía su imponente sistema de sonido Funktion One. Aquí, los perreos formados por selectorxs de la casa como DJ Pony, Chris Durán o DJ Le Flem se dan en el mismo espacio donde horas antes se puede degustar de algunos de los sánduches y hamburguesas más deliciosas de todo Chapinero.

Bondiola, milanesa de pollo, chicharrón, portobello o falafel: el menú es amplio, variado y bastante asequible en cuanto a precios. Este también le recuerda a la gente la principal premisa de ODEM: más allá de ser un club, un restaurante o una cervecería, ODEM se considera un “parchadero”, término que hace referencia a un lugar en el que cualquier persona o grupo de amigos puede pasar la tarde sin ningún tipo de preocupación. Por lo que fácilmente puedes entrar después de mediodía a almorzar, encontrarte con tu banda post-office al caer la tarde, y salir de madrugada tras haber desahogado todo en la pista.

Claro, esta experiencia no estaría completa sin el otro universo que ofrece el piso de arriba: una extensa terraza con una de las vistas más acogedoras que puede ofrecer este sector de la ciudad. Acá, sin lugar a dudas, la cerveza fresca se convierte en la protagonista principal. Club Colombia, una de las cervezas más reconocidas de Colombia, produce en conjunto con ODEM una exclusiva bebida tipo Lager 100% fresca, traída directamente de los tanques de la compañía. A la par de la pola –término popular para referirse a la cerveza en Colombia–, los tacos de Caballero Rojo aguardan en una esquina por si la antesala fiestera amerita una recarga al pastor o de picante violento.



Una vez se tenga la jarra de cerveza en la mano, La Casita pasa a ser la anfitriona de la noche. Entre sus cuatro paredes de madera, las siempre elegantes cabinas de Funktion One dictan el ritmo a seguir. Una versión a pequeña escala de Salon des Amateurs, diría algún purista. Si abajo el perreo manda, acá la música electrónica se extiende en su espectro más amplio. Además de contar con una nómina estelar y bien diversa de DJs residentes –Kruz, Leeon, Polinne Moth, Espitia, Casti, entre otros–, La Casita también ha firmado noches memorables junto a grandes referentes del circuito mundial como Orpheu The Wizard, Max Abysmal o el ícono de Detroit recientemente fallecido, Mike Huckaby.

Asimismo, esta pequeña casa estuvo a punto de albergar durante el día la fascinante selección en vinilo de Discos Paradisco, tienda de discos especializada en el “lado B de la electrónica”, curada finamente por el maestre selector, Javier Cruz. Desafortunadamente, la tienda tuvo que conformarse con una pequeña instalación en una de las paredes, debido al enorme calor provocado por las fiestas del fin de semana.

Hoy en día, a casi cuatro meses de su última fiesta, el panorama de ODEM ha cambiado por completo.


La pandemia del COVID-19 no ha sido para nada ajena a Colombia: 95.043 casos confirmados, 29.320 de ellos en Bogotá. Con una cifra que parece aumentar estrepitosamente con el pasar de los días, la vida nocturna de la ciudad parece convertirse en una verdadera utopía, cada vez más distante de reincorporarse a esta llamada “nueva normalidad”.

Por más que el Gobierno colombiano haya salido con el pecho inflado a anunciar posibles ayudas y créditos financieros para el gremio de bares y discotecas, según Andrés Castiblanco, socio fundador de ODEM, dichos auxilios no se han materializado por ningún lado.

“Tener que despedir a nuestro equipo de trabajo quizá ha sido el golpe más duro. Así como la incertidumbre de no saber qué va a pasar, de ver el lugar vacío y ver tanto tiempo pasar”, comenta Castiblanco, quien junto al resto del equipo de ODEM anhela poder reabrir puertas en algún punto entre septiembre y octubre.Por ahora, han tratado de mantenerse activos ofreciendo distintas promociones de cerveza y tacos a través de servicio a domicilio, al igual que con una serie de fiestas virtuales denominada Quiero Bailar, la cual a través de dos ediciones ha vuelto a acercar a su público con los aires de perreo y house que, difícilmente, volverán a sentir en un futuro cercano.

Y es que más allá de la leve mejoría que se prevé en la mayoría de ciudades de Colombia, las alarmantes cifras que muestran Bogotá, Barranquilla y Cartagena, principalmente, obligan a ser cautelosos ante cualquier muestra de optimismo, llevando incluso a repensar dinámicas en plataformas diferentes a las previamente establecidas. Un claro ejemplo de esto es Discos Paradisco, pues a pesar de ser la primera tienda de discos en línea en la historia del país, desde hace un par de años su oferta se centró en la venta física de discos.

A raíz de la cuarentena obligatoria, Javier Cruz decidió volver a sus cimientos virtuales, trasladando toda su oferta de sonidos paranormales a la página web, incluso añadiéndole toda clase de merch y accesorios para atraer a esta nueva audiencia digital. “Sorprendentemente, a pesar de ser discos “raros” y más tirados hacia un lado B, la gente nos ha apoyado mucho más. Entran a la página y pueden escuchar cualquier disco antes de comprarlo”, cuenta Cruz, quien también ha optado por reactivar su emblemática Radio Paradisco.





Pero ¿qué pasará con la vida nocturna de una de las escenas más prósperas de Latinoamérica? ¿A qué deben atenerse clubes como ODEM para seguir resistiendo en contra de las falsas promesas hechas por sus mandatarios y autoridades locales? La respuesta parece no tener una forma concreta. En solo el mes de mayo, en Colombia se perdieron 4,9 millones de puestos de trabajo. Por eso, pequeñas acciones como el simple hecho de comprar una cerveza y un taco, un vinilo o una camiseta, pueden contribuir a que estos números no se multipliquen en los meses venideros.













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